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Un presente verde oscuro

11/07/2018 | ARGENTINA | Medio Ambiente | 4278 lecturas | 260 Votos



La euforia inicial por la era eólica y solar se topó con las dificultades del financiamiento.




El año de las energías renovables. Ese fue el lema que, durante 2017 impuso el gobierno para avanzar en las metas fijadas en el uso de energías limpias. Conscientes de que no lograrían llegar a la primera etapa que imponía un 8% para diciembre de 2017 (Ley 27.191), las autoridades nacionales reorientaron el objetivo para 2018, sin abandonar la idea de alcanzar 20% de consumo renovable en 2025.

Aunque el país tiene gran potencial, la participación de energías renovables en la matriz eléctrica nacional no alcanza el 2%. En esta cifra mucho tiene que ver el porcentaje de obras adjudicadas en el Programa RenovAr que no sólo están detenidas, sino incluso aún por comenzar. “El programa se mostró exitoso en convocar inversores y bajar precios, pero en la construcción de los proyectos existen varios inconvenientes, sobre todo con los financiamientos a partir de la suba de tasas a nivel internacional”, reconoce Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER). Para el directivo, el financiamiento en Argentina es un tema a resolver que requiere “una baja en las condiciones de tasas de interés y plazos de devolución de los préstamos”.

Según Gustavo Gil, ex director de energías renovables del INTI y actual gerente de la empresa EIBN, “los complicados son los que tramitaron garantías del Banco Mundial o que no tenían financiamiento cerrado, porque estos proyectos de capital intensivo necesitan inversiones al inicio y un repago de largo plazo”. Al parecer, la mayoría de los proyectos había estructurado el financiamiento a tasas entre 7% y 9%, “pero se hizo muy complejo conseguir esos números para Argentina con las posibilidades especulativas que ofrece”, explica. Y añade: “sacando los de la Ronda 1 que estaban bien estructurados desde hace 6 años, en el resto, la mayoría se ve afectada por el cierre financiero, o sea, no son capaces de terminar de estructurar el financiamiento”.

“Una cantidad importante no comenzó y otra no cumple con los plazos comprometidos, no sólo por falta de financiamiento, sino también por inconvenientes técnicos o demoras en las decisiones”, aporta Gerardo Rabinovich, vicepresidente 2° del Instituto Argentino de la Energía – General Mosconi. En consecuencia, sostiene que “con un compromiso de inversión que no se materializó en porcentajes apreciables, en este momento no se ve actividad de obra que permita suponer el 8% deseado para diciembre”. (...)

Fuente: Perfil

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