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La oportunidad para la diversificación

16/03/2015 | ARGENTINA | Notas Destacadas | 816 lecturas | 314 Votos



Los bajos precios del petróleo obligan a pensar en alternativas para no depender de sus vaivenes. El estado tiene un rol clave para fomentar, a través de distintas herramientas, el desarrollo de cadenas de agregado de valor.




La abrupta caída del precio internacional del petróleo confirma una vez más no sólo la volatilidad del mercado que involucra al denominado "oro negro", sino también la necesidad de poner en marcha medidas concretas tendientes a reconvertir la matriz productiva provincial.

No se trata de una idea novedosa, en tanto la propia Constitución del Neuquén, en su artículo 99°, establece que "las utilidades provenientes de la explotación del petróleo, gas, carbón, energía hidroeléctrica y distintos minerales deberán emplearse en la realización de obras productivas que constituyan beneficio permanente para la provincia del Neuquén", en un párrafo que proviene de la redacción de 1957 y que permaneció luego de la reforma del 2006.

Por otra parte, conceptos vinculados con la diversificación de la economía figuran en las sucesivas propuestas electorales de los candidatos, sin importar su pertenencia partidaria e, inclusive, más de un plan ha sido presentado en sociedad por reiteradas gestiones de gobierno.

Nadie pone en duda la necesidad de generar empleos directos fuera del sector extractivo –que por otra parte requiere más capital que trabajo– y sin embargo esta iniciativa no llega a concretarse, teniendo en cuenta que el Estado sigue siendo el gran demandante de mano de obra, alcanzando un nivel más alto que la media nacional.

Es claro que, a pesar de sus altibajos, la rentabilidad del negocio que rodea a la explotación de hidrocarburos actúa como un imán que atrae a las inversiones y está comprobado que no tiene sentido esperar que la copa derrame: el fondo es difuso. En este marco, para que deje de ser una expresión de deseo, la diversificación debe plasmarse a partir de políticas públicas planificadas, provenientes de un programa específico que plantee objetivos a cumplir paulatinamente.

 Y tales objetivos han de incluir la identificación de sectores con potencialidades, así como la diagramación de eslabonamientos que agreguen valor, que demanden factores productivos para transformar materias primas. En definitiva, poner en marcha actividades que necesariamente contengan cierto grado de industrialización.

LAS EXPERIENCIAS

Al llegar a este punto surge inevitablemente el interrogante: ¿es posible plantear un camino hacia la industrialización en un territorio rico en recursos naturales? Hay muchas experiencias en el mundo que avalan una respuesta afirmativa, desafiando la conocida hipótesis de la maldición, según la cual existe una correlación negativa entre desarrollo y dotación de riquezas naturales.

Ahora bien, en cada una de las experiencias la acción estatal ha sido central y si bien no pueden extrapolarse por existir diferencias en el punto de partida, hay lecciones a extraer. La promoción por parte del Estado puede incluir múltiples instrumentos, dependiendo del margen de maniobra de cada jurisdicción.

Una provincia con la posibilidad de captar renta extraordinaria puede otorgar créditos con facilidades a través de los organismos pertinentes, reducir tarifas o impuestos que se encuentren dentro de su órbita o inclusive puede fundar empresas estatales para poner en marcha ramas consideradas estratégicas, por sí mismas o asociadas con emprendedores privados, en función del programa diseñado.

Paralelamente, será necesario explorar canales de comercialización, enlazar proyectos educativos y de investigación, así como encaminar la construcción de obras de infraestructura que apuntalen el entramado económico y que además requieran mano de obra.

Es cierto que en nuestro país existieron procesos de promoción industrial fallidos, en los que las subvenciones se convertían en derechos adquiridos sin verificar los resultados. Y en Neuquén se han otorgado créditos que no cumplieron el propósito anunciado, como aquellos del Iadep que resultaron en gran parte incobrables. El desafío es asumir la voluntad política de orientar los recursos públicos con vocación productiva y con el debido seguimiento de las metas comprometidas.

* Por Adriana Giuliani, Economista de la UNC.

Fuente: Diario Río Negro

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