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Petróleo afuera, desechos adentro

28/09/2015 | ARGENTINA | Medio Ambiente | 1144 lecturas | 113 Votos



Los líquidos que no se pueden reutilizar son inyectados en viejos pozos en desuso. El gobierno no sabe cuantos hay.




En la industria petrolera hay lugares que son límites. Espacios en los que no hay nada más allá. Algo así son los pozos sumideros, el "depósito final" para el agua de purga, como se denomina a los líquidos que devuelven las perforaciones de gas y petróleo. Las opciones para estos desechos son dos: se reutilizan o se mandan "a dormir" a una formación receptora en el subsuelo de la cuenca. Sin embargo, pese a los esfuerzos y las tecnologías actuales, la reutilización del agua apenas consigue trepar hasta el 30% del total. El resto va a los sumideros. Desde el Ministerio de Energía de Neuquén reconocen que su fiscalización es un tema "sensible". Así lo demuestra el entramado normativo compuesto de tres leyes que, a su vez, responden a tres autoridades de aplicación distintas: la Secretaría de Hidrocarburos, la Dirección Provincial de Recursos Hídricos y la Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable.

El último intento por unificar el tema se dio durante la gestión del exministro Guillermo Coco. Por entonces, el gobierno afinaba un proyecto de ley para asumir la administración de los pozos sumideros y, a través de una especie de tasa ambiental, manejar la deposición final de los líquidos industriales. La idea no prosperó y, pese a que no está del todo descartada, actualmente son empresas de servicios las que realizan el trabajo final para las operadoras.

El titular de Ambiente, Ricardo Esquivel, destacó en diálogo con "Río Negro Energía" la reciente "evolución" del depósito final de los desechos de producción. Rememoró que en la década del 90 el agua de producción se arrojaba a los cauces naturales o se destinaba a piletas de evaporación, algo que hoy está descartado y que incluso se prohibió con el decreto 1483/12, norma que alienta el tratamiento del agua utilizada y apunta al mejoramiento de los porcentajes de reutilización.

Sin reinterpretaciones posibles ni zonas grises, los pozos sumideros son la última instancia de la industria petrolera. No hay un debajo de la alfombra. Sin embargo no todos los puntos parecen claro. Por ejemplo en la provincia no está claro cuántos pozos existen. Fuentes del Ministerio de Energía reconocen que están en un proceso de reorganización de la información y que serían aproximadamente 50 pozos en toda la Cuenca Neuquina, sin embargo operadoras privadas estiman en no más de diez los sumideros.

EL PROSPECTO

El especialista en lodos Alberto Liendo explica que los pozos sumideros se ubican en zonas donde las formaciones tienen gran permeabilidad y están alejadas de las napas o áreas susceptibles de ser contaminadas. Generalmente son viejos pozos productores que no llegan a superar los dos barriles día. En algunos casos se pide autorización y perforan pozos especialmente para esa finalidad.

La inyección de líquidos, que es en forma definitiva, se hace como mínimo a más de 1.200 metros de profundidad. En la región se utiliza generalmente la formación Centenario, destino escogido por su capacidad para recibir líquidos y la cantidad de capas. También se utiliza formación Agrio.

Según la definición técnica se trata de receptores que están hidráulicamente sellados. De todos modos antes de habilitar un pozo sumidero, como generalmente se trata de antiguos pozos en producción, se controlan las condiciones del casing y el estado del cementado del pozo. Los controles suelen ser exhaustivos, porque lo que se inyecta ahí no sale más. Sólo cada cinco años, cuando se vence el permiso ambiental y de capacidad, se realiza una nueva inspección sobre las condiciones del pozo.

QUÉ SE INYECTA

Ricardo Celli, titular de Herpec SA, una firma dedicada, entre otras actividades, a la inyección de agua de deposición final en los pozos sumideros, describe que generalmente estas perforaciones están dentro del mismo yacimiento aunque muchas veces los traslados se realizan en camiones y se llegan a recorrer hasta 100 kilómetros. El tratamiento del agua y el transporte están a cargo de la operadora, que a su vez contrata a una empresa de servicios para la inyección del vertido, en las condiciones que establece la Dirección de Recursos Hídricos.

En la industria se denomina como "ripio" a la sustancia que llega a tratamiento antes de la inyección al pozo. Se trata de una mezcla refinada de agua y lodos de producción, donde también llegan químicos y polímeros. La operadora hace un primer tratamiento y traslada en camiones el fluido que se termina de separar en las sarandas dispuestas antes de la inyección final a altísima presión.

Lo que ingresa al interior del pozo debe ajustarse a una suerte de recetario de normas parametrizadas que buscan no afectar las condiciones de la formación e imitar situaciones idénticas de temperatura y presión. Entre los ítems, propios de la bibliografía fisicoquímica, una de las medidas centrales es que el agua que se despacha a las profundidades de la formación no puede contener más del 1% de hidrocarburos.

Otra cuestión se enfoca en los volúmenes del vertido diario. Este apartado está normado por valores de la Secretaría de Energía de Nación que permite, por pozo, un despacho de hasta 450 metros cúbicos. Entre los detalles se aclara que existe un techo para la inyección. A través de un pedido excepcional se pueden llegar a bombear hasta 600 metros cúbicos.

EL PESO SHALE

La explotación no convencional aumentó la demanda para la utilización de agua en las perforaciones. Se estima que cada etapa de fractura utiliza 1.500 metros cúbicos de agua y en Vaca Muerta ya hay pozos horizontales con más de 14 etapas. De eso una gran parte regresa a superficie y puede ser reutilizada, mientras que un porcentaje menor se trata y va a depósito final.

Esquivel explica que el objetivo ambiental de la provincia es llegar hasta el 100% de la reutilización. Si bien el promedio provincial hoy está muy lejos –es del 30% de reutilización–, el proyecto que opera YPF en Loma Campana consiguió la reutilización del 75% del agua que usa en sus operaciones. En estos casos se destina la mayoría de los volúmenes reutilizados a las siguientes fracturas, pero también puede ir a inyección para recuperación secundaria.

Para la industria no es un tema tabú. Los pozos sumideros son parte del negocio y consideran que las tecnologías y las variantes son suficientes para dar garantías. "Es más contaminante un basural a cielo abierto", dice sin dudar Celli. Esquivel reconoce los esfuerzos y no niega la necesidad de mejorar prácticas y sistematizar la información: "Hoy técnicamente no se puede hacer otra cosa", se resigna.

Fuente: Diario Río Negro

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