Hace pocos dÃas se cumplieron 5 años de la renacionalización de YPF, una decisión estratégica, tomada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que permitió recuperar la principal empresa de energÃa para el pueblo argentino. No se trató de una medida o hecho aislado, sino que se enmarcó en la polÃtica energética iniciada en mayo de 2003 con el Plan Energético, en el que se plasmó la responsabilidad ineludible del Estado de garantizar el acceso universal a la energÃa con tarifas asequibles.
Desde esa visión logramos incorporar a más de 6 millones de argentinos a los servicios públicos de gas y electricidad, promoviendo la reindustrialización y el crecimiento de la economÃa. Para ello se concretaron inversiones inéditas a todo nivel, que permitieron interconectar el paÃs, entregar más gas natural que nunca y de forma más federal, terminar centrales demoradas y construir nuevas a lo largo y ancho del territorio nacional.
En este sentido, la YPF recuperada vino a cumplir un rol trascendental. En efecto, sin despidos multitudinarios ni flexibilización masiva, la petrolera de bandera se insertó en el espÃritu y los objetivos del Plan Energético Nacional lanzado en 2004. Las inversiones en el upstream, que en 2011 no llegaban a 2.200 millones de dólares, en 2013 se habÃan duplicado. Semejante incremento se propuso, entre otros objetivos, poner en valor nuestros yacimientos en no convencionales, congelados por Repsol como congeladas habÃan estado Atucha II y Yacyretá.
Las reservas de crudo y gas de la estatal también dispararon, con un crecimiento entre 2012 y 2015 del 25% (15% y 40%, respectivamente). En materia de producción de hidrocarburos, la decisión de renacionalizar YPF trajo iguales resultados: solamente en los primeros ocho meses de gestión, la producción de petróleo saltó un 3% interanual. Para 2014, la diferencia era del 8,7%. Con el gas natural, como es sabido principal insumo de nuestras matrices energéticas primaria y secundaria, la recuperación fue aún más notable. Primero, se desaceleraron fuertemente las tendencias declinantes en 2012, lográndose a partir de allà una tendencia ascendente. Para 2015, se habÃa incluso superado los niveles de producción de 2009. Por último, dos cuestiones: el aporte de YPF a las arcas provinciales se incrementó un 186%, pasando de 4.900 millones de pesos en 2012 a 14.000 millones en 2015; en refinación y comercialización de combustibles volvimos a posicionar a nuestra petrolera como indiscutible lÃder del sector. Nuestras destilerÃas ganaron en capacidad instalada y las ventas de naftas se expandieron cerca de un 30% entre 2011 y 2015.
Este breve repaso viene a cuenta de denunciar el triste y lamentable proceso de destrucción que el Gobierno está llevando a cabo en YPF. Desde diciembre de 2015 a la fecha, la producción de gas y petróleo de la petrolera de bandera cayó a sus niveles previos a la renacionalización. Solamente en gas, se produjo una reducción de 3 puntos porcentuales al comparar 2016 con 2015, por cierto, imperdonable desaceleración para un paÃs que precisa del gas para funcionar (recordemos, incluso con tarifazo). Ninguna provincia se salva en sus niveles de producción e inversiones, siquiera las claves como Neuquén, Chubut y Santa Cruz. En cuanto al downstream, YPF cayó un 4% en su cuota de mercado al finalizar el primer año del gobierno, una estrepitosa e insólita caÃda agudizada por un ascenso de sus competidoras (Shell creció un 12%).
La decisión polÃtica de renacionalizar YPF permitió reinsertar a la principal empresa energética del paÃs en el camino del proyecto polÃtico iniciado por Néstor Kirchner. El autoabastecimiento energético, perdido como consecuencia del sabotaje de Repsol y de la nefasta herencia gasÃfera exportadora, es más difÃcil de alcanzar cuando se propone hacerlo con el pueblo, las 23 provincias, las industrias y los comercios adentro, es decir, con un mercado interno pujante y en expansión. Pero lo estábamos logrando (basta ver las exposiciones de las petroleras, como la del ministro de EnergÃa del Neuquén en las dos audiencias públicas del gas).
No obstante, cinco años después de la gesta ypfiana, el autoabastecimiento se nos escapa de las manos, aunque, como tantas veces sucedió en la historia, el neoliberalismo acorta el camino por la vÃa del desplome de la demanda, la atrofia del mercado interno y la exclusión de la mayorÃa de las provincias a excepción de las tradicionales pampeanas. Es la trampa que ya les está permitiendo lograr excedentes exportables en el menor plazo de tiempo posible a costa de una reducción de la calidad de vida y dignidad de los argentinos y las argentinas.
La excusa de que el tarifazo energético era para corregir supuestas asimetrÃas entre la Buenos Aires y el interior fue refutada por el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quien se quejó por el fuerte impacto de las subas de tarifas en su provincia mientras que en la Capital Federal son mucho más baratas, es decir que no se redujo la brecha.
Cinco años después de la decisión de volver a alinear a YPF a una Argentina industrial y socialmente justa, el paÃs vuelve a ser empujado hacia el abismo. YPF se divorcia de la planificación estatal para alinearse a los intereses empresariales que en tiempo récord ya provocaron un daño inconmensurable.
Recordamos y volvemos a celebrar la gesta ypfiana de abril de 2012. Y aprovechamos la ocasión para repudiar este sabotaje contra Yacimientos PetrolÃferos Fiscales, la soberanÃa energética y el acceso universal a los servicios públicos de los más de 42 millones de ciudadanos. Desde el Congreso Nacional, haré todo lo que está a mi alcance y mucho más también para frenar y revertir la destrucción de YPF.
Fuente: Ambito Financiero
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