El cebo para alentar inversiones tuvo efecto. Las compañías, empujadas por el oleaje de YPF, lanzaron proyectos de inversión por miles de millones de dólares pero solo la curva gasífera consiguió elevarse. El barril criollo no pudo contra el contexto internacional de precios y contra la mirada del ministro de Energía Juan José Aranguren, un defensor del libre merado, que solo le dio continuidad a los mejores precios para el gas con un sendero hasta el 2021.

Pero el termómetro emocional de la industria comenzó a moverse, en el año en el que finalizan los “viejos” planes de incentivo, otra vez cayó la producción de gas. Las compañías esperan por una continuidad, más allá del nuevo plan para los no convencionales, porque entienden que realizaron cuantiosos esfuerzos. Un funcionario del ministro utilizó mal la red social del pajarito –pensó que contestaba en privado– y sugirió que los subsidios no seguirían. No parece que esto vaya a ser así, pero si hay señales de que habrá algún esquema de obligaciones para las empresas que quieran retrasar la liberación de los precios de mercado.