Es un lugar solitario, una de las primeras escalas laborales de los extranjeros antes de llegar a Vaca Muerta. Hay pocos perros y los senderos de subida y bajada de tierra están deformados, serpenteados por la lluvia. Apenas si pasa un colectivo en los umbrales de un barrio lleno de extranjeros, ubicado a menos de 10 minutos de los edificios más altos de Neuquén. San Antonio es el santo y patrono de esta toma que nació hace casi una década, porque la mayorÃa de sus habitantes viene de esa ciudad homónima del Paraguay .
Es una fiesta que se hace el 13 de junio en ese paÃs , en medio del rÃo Paraguay, con colores y barcos. Pero en la árida meseta neuquina, apenas llega el agua. La gente llena tanques de agua con manguereas negras, de esos que se consiguen en la industria petrolera.
En la última casa de la barda hacia el norte hay un cartel con una iglesia , que no es más que una carta de intención del templo, hecho de madera y algunos ladrillos en medio de un cañadón. Sus habitantes son creyentes y sobre todo, trabajadores. La mayorÃa puso un pie en la región y trabaja en la construcción, en empresas o en forma particular. En la mañana, el barrio está desierto y cuando cae el sol, los vecinos vuelven a sus casas que ellos mismos están construyendo.
Este lugar ubicado en la lÃnea imaginaria entre Centenario y Neuquén por la meseta, es la primera escala laboral de los que prueban suerte en Vaca Muerta. Pero muchos no llegan y se quedaron a mitad de camino. (...)
Fuente: La Mañana de Neuquén
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