
Las empresas europeas se suman a la explotación de este superabundante recurso que hizo caer los precios del hidrocarburo a nivel mundial. En toda Europa, las grandes compañías petroleras están despejando millones de hectáreas de campo y acaparando los derechos para aprovechar el gas natural que se encuentra atrapado a miles de metros debajo de la superficie, en los estratos prehistóricos de lutita. La fiebre por el gas de lutitas ha llegado desde los EE.UU., donde los avances tecnológicos les han permitido a las empresas extraer gas de reservorios que antes eran considerados intocables. Los depósitos estadounidenses de lutitas a los que se tuvo acceso recientemente son de tal magnitud que los ejecutivos ahora creen que el país tiene gas suficiente para un siglo.
Este suministro adicional, más la autosuficiencia recién descubierta de los EE.UU., generó una superabundancia de gas a nivel mundial que ha provocado una caída en los precios. Es un cambio de dirección notable. Hace apenas tres años, la mayoría de los ejecutivos del área energética de EE.UU. estaban tratando de resolver cómo haría ese país para importar suficiente gas de lugares tan lejanos como Nigeria, Rusia y Qatar y, al mismo tiempo, competir con la demanda de China y otros países en vías de desarrollo hambrientos de energía.
Ahora las empresas energéticas más grandes, más ricas y más sofisticadas del mundo creen que pueden ser capaces de repetir en Europa la revolución del gas de lutitas que se dio en América, posiblemente socavando el poder de Rusia, el proveedor de gas más importante de la región. Para empresas como Exxon Mobil, Royal Dutch Shell y BP, aprovechar los depósitos europeos de gas de lutitas es una manera de recuperar lo que se perdieron en EE.UU. “Durante mucho tiempo, quienes manejan los hilos de las grandes empresas pensaron que los recursos de gas de lutitas de EE.UU. no eran suficientemente grandes, que los pozos eran demasiado pequeños‘, explica Vello Kuuskraa, Presidente de Advanced Resources International, una consultora en recursos no convencionales de gas y petróleo.
Se los define a grandes rasgos como aquellos cuyo desarrollo requiere más energía y dinero y una tecnología diferente. Mientras que las empresas independientes estadounidenses más pequeñas pasaron la última década tratando de descifrar una manera de obtener gas de lutitas aparentemente impermeables, las petroleras más grandes del mundo concentraron sus multimillonarios presupuestos de exploración en intentar encontrar el próximo yacimiento petrolífero gigante del planeta.
Debido al fracaso de estos intentos de exploración, las grandes compañías terminaron compitiendo entre sí por los derechos sobre el desarrollo -complejo y perjudicial para el medio ambiente- de las arenas petrolíferas canadienses. Los precios altos del petróleo facilitaron la transición a las arenas petrolíferas porque se ampliaron los márgenes de ganancias y una mayor parte de ella se hizo comercial. Pero la recesión global le puso un fin abrupto a siete años de aumentos en los precios del petróleo. Actualmente el petróleo se comercializa a alrededor de u$s 70 el barril, menos de la mitad de los u$s 147 que alcanzó a mediados de 2008, lo que hace menos atractivos los desarrollos en Canadá.
A diferencia del petróleo no convencional, ahora es posible desarrollar un gas no convencional de forma más económica que su alternativa convencional. Éste es uno de los motivos por los que Exxon Mobil invirtió u$s 41 mil millones en diciembre pasado para adquirir XTO, el especialista en gas de lutitas, a pesar del colapso del precio del gas. Este acuerdo fue el más importante que haya visto la industria en casi una década y es el signo más claro hasta ahora de que las grandes petroleras consideran que la lutita es la próxima gran novedad. Exxon Mobil cuenta con que el acuerdo con XTO le permita ser cabeza de lanza en la conquista de los depósitos europeos de lutitas.
Por razones similares, BP, Statoil y Total han cerrado acuerdos más pequeños con Chesapeake Energy, que posee importantes posiciones en los mejores depósitos de lutita de EE. UU. Helge Lund, CEO de Statoil de Noruega, cuenta que sus geólogos evaluaron cientos de cuencas antes de concentrarse en 10 o 15 áreas que valía la pena examinar más detenidamente. “Todavía es demasiado temprano para concluir si la lutita tendrá un impacto fuera de EE.UU. tan grande como el que tuvo en ese país”, afirmó Lund. Al igual que sus competidores, que se han asegurado posiciones en Austria, Francia, Suecia, Hungría y Polonia, Lund es reservado al momento de revelar qué cuencas ha identificado Statoil.
Los reservorios de yacimientos de lutita están diseminados geográficamente. La Agencia Internacional de Energía calcula que los recursos de gas no convencionales suman 32.511 billones de pies cúbicos, de los cuales la mitad está compuesta por gas de lutitas y la otra mitad, por gas atrapado en formaciones de arenisca compacta y en yacimientos de carbón. Pero Edward Kott, un analista de la firma bursátil LCM, advierte que extraer gas de la lutita es un proceso complicado. “No hay dos lutitas idénticas. Una producción verdaderamente óptima surge solamente a través de la experimentación y la experiencia en cada contexto individual”, explica.
Esto requiere el apoyo de los residentes locales, quienes tienen que tolerar decenas de plataformas, kilómetros de caños y cientos de camiones pesados recorriendo con sus ruidos los caminos de los pueblos y transportando equipos que finalmente bombearán al suelo miles de litros de agua y sustancias químicas, en un método de extracción cada vez más controvertido que se conoce como fractura hidráulica (fracking). Los analistas creen que los obstáculos que encontró la industria en EE.UU. podrían resultar todavía más desalentadores en Europa. La escasez de equipamientos representa un dolor de cabeza. EE.UU. cuenta con hasta 2.000 plataformas costeras de extracción de gas que funcionan en todo momento, lo que empequeñece las 50 plataformas que aproximadamente suelen operar en Europa.
Esta gran diferencia podría resultar crucial porque la lutita necesita una extracción continua para mantener los flujos de producción, dado que cada pozo individual tiende a comenzar con un chorro potente y luego pierde del 70 al 90 por ciento de su volumen en un plazo de uno a dos años. La oposición local a esta técnica también podría resultar espectacular. En EE.UU., a los terratenientes no suele molestarles el ingreso de camiones y obreros ya que con eso obtienen dinero a partir de los derechos que poseen sobre la explotación minera. En casi todos los otros países, el estado es el titular de esos derechos, lo que aumenta el problema de los habitantes locales que vivirán el lado oscuro de este desarrollo, pero pocos de sus beneficios.
Todavía peor, en EE.UU. los ambientalistas han advertido que estas técnicas podrían contaminar el agua subterránea, lo que ha inquietado a los legisladores. Los europeos tienden a tomar los temas ambientales con más seriedad que sus pares estadounidenses. Estos obstáculos han hecho que incluso los mayores defensores de la lutita muestren cautela. Una ilustración clara de esta actitud se evidenció a fines del año pasado en Polonia, que se convirtió en centro de la actividad del gas de lutitas después de que cuatro de las mayores petroleras de EE.UU. aprovecharan la compra de los derechos de exploración de más de un millón de acres de sus yacimientos de lutitas.
La antipatía histórica entre Polonia y Rusia indica que a Varsovia nada le gustaría más que alcanzar la autosuficiencia en materia de gas, lo que le permitiría liberarse de la influencia de Moscú. Pero a pesar de la perspectiva de controlar grandes depósitos de gas de lutitas, claramente el gobierno polaco todavía necesita que lo convenzan del potencial de estos depósitos. En diciembre pasado, tomó la decisión de extender por otros 37 años su contrato de suministro de gas con Gazprom, la poderosa empresa estatal rusa.
Fuente: Hidrocarburos Bolivia
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