Para asegurar el suministro durante el invierno, cuando las bajas temperaturas aumentan el consumo doméstico y dejan en evidencia los límites de la oferta nacional, el Gobierno cerró la importación de 14 barcos de LNG (Gas Natural Licuado, según su sigla en inglés) que le costarán poco más de u$s 330 millones, explicaron fuentes allegadas a la operación. La importación de gas en estado líquido –llega hasta el puerto de Bahía Blanca y luego se reconvierte a su estado natural para inyectarlo en los gasoductos– es una operación que surgió en 2008, para evitar las restricciones en la oferta que se habían registrado en 2007, el año en que se sintió con mayor profundidad la crisis energética.
Al principio estaba previsto como una operación coyuntural, pero la persistente baja en los niveles de extracción de gas llevó al Gobierno a mantener el buque regasificador en Bahía Blanca y a aumentar año a año las compras. En 2008, por caso, llegaron al país ocho buques, poca más de la mitad que lo que se espera para este año. Los precios internacionales, sin embargo, favorecen ahora a la Argentina, que terminará en 2010 pagando una cifra similar. Con la recuperación económica internacional todavía tibia, los valores de los commodities están lejos del récord de 2008. Por caso, ese año el Estado debió auxiliar al sistema con la compra de u$s 530 millones en gas.
MÁS CARO QUE BOLIVIA
Cada uno de los buques que llegarán este año a las costas bonaerenses tiene capacidad para trasladar 80 millones de metros cúbicos (m3), con un precio final de u$s 23,6 millones en promedio. El valor surge de la siguiente cuenta: al precio del Henry Hubb (el gas de referencia en Estados Unidos, en torno a los u$s 4 el millón de BTU) se le suma un plus de u$s 2,5, más el costo de regasificación, cercano a los u$s 2. “El precio final rondará entre los u$s 8 y u$s 8,50, apenas por encima del precio del gas boliviano”, explicaron allegados a la operación. Además, el país puede comprar a Bolivia hasta un máximo de 7 millones de metros cúbicos diarios, debido a que el gasoducto que une ambos países tiene esa capacidad. En el Gobierno hacen la siguiente cuenta: si bien el gas importado es más caro que el local, cuesta menos que otros combustibles alternativos, como el fuel oil y el gasoil que utilizan las centrales eléctricas.
La factura la paga la estatal Enarsa y la operación está a cargo de YPF. En tanto, los proveedores se alternan entre Repsol YPF y Gas Natural, aunque también podría “aparecer el brazo comercializador del banco Morgan Stanley”, aseguraron en el mercado. Lejos de los ’90, cuando la Argentina contaba con producción excedente que exportaba a Chile y a Uruguay, este año el Gobierno se lanzó decididamente a cerrar contratos de importación de gas. No sólo acordó con Bolivia un contrato hasta 2017 y aumentó las compras por barcos, sino que avanza en un proyecto para construir una planta regasificadora en las cercanías de Escobar. En el Ministerio de Planificación, a cargo de Julio de Vido, aseguran que el proyecto, de u$s 150 millones, estará listo el año que viene.
Fuente: El Cronista
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