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Brasil y Argentina: distintas políticas energéticas

19/08/2010 | LATINOAMÉRICA | Noticias Destacadas | 2095 lecturas | 805 Votos



Argentina está perdiendo su autoabastecimiento en hidrocarburos que duro 20 años y al mismo tiempo Brasil comienza a convertirse en un país exportador de energía, dejando atrás décadas de significativas importaciones.




Estos procesos tan diferentes están directamente vinculados a la vigencia de políticas opuestas en ambos países, particularmente en esta primera década del siglo XXI. Brasil aumenta su producción de petróleo y gas incentivando la exploración en busca de más reservas, aplicando el modelo del capitalismo competitivo consagrado en su reforma constitucional de 1995 que abolió el monopolio estatal de Petrobras, mientras que nosotros no hemos definido un buen modelo que estimule la exploración y aumente la producción. En el 2000 Brasil producía 55 por ciento más petróleo que nosotros, ahora produce 200 por ciento más; esto se explica por el incremento del 60 por ciento de la producción en Brasil, pero también por la caída del 18 por ciento en nuestra producción.


Estas diferencias en producción reflejan las diferencias en el esfuerzo exploratorio, mientras las reservas petroleras crecen en Brasil 52 por ciento en esta década las nuestras caen 17 por ciento. Por este motivo las reservas de Brasil en el 2000 eran apenas 2,8 veces mayores que las nuestras y ahora son 5,2 veces superiores. Un proceso similar se da con el gas, la producción brasileña se incrementa 59 por ciento en esta década, mientras la nuestra cae un 8 por ciento desde el 2004. Al mismo tiempo las reservas brasileñas trepan 64 por ciento mientras las nuestras caen a menos de la mitad. En el 2000 nuestras reservas de gas eran 3,5 veces mayores a las brasileñas, mientras que este año por vez primera serán mayores las de nuestro vecino. Hoy las reservas de gas cubren en Brasil más de 30 años de consumo, mientras que las nuestras cubren apenas 8.


Esto no es bueno para un país como el nuestro fuertemente dependiente del gas; en el mundo el gas es la cuarta parte de la matriz energética y en Brasil apenas el diez por ciento, mientras que en Argentina satisface nada menos que la mitad del consumo total energético. La explicación de la distinta evolución en esta década de la actividad energética reside en la sustancial diferencia en las políticas implementadas, la nuestra propia del “capitalismo de amigos” y la brasileña de un “capitalismo competitivo” mas una empresa petrolera pública, pero con accionistas privados y administración profesional. Nuestro modelo fracasa porque no alienta inversiones exploratorias que creen rentas genuinas sino que apunta a la captura de rentas preexistentes.


Las 14 provincias petroleras han otorgado en los últimos años más de 140 nuevas concesiones a inversores privados, en algunos casos con procedimientos dudosos. El caso más notorio fue la adjudicación de 14 áreas de más de 7 millones de hectáreas otorgadas por la Provincia de Santa Cruz a fines del 2006, cuando las áreas fueron otorgadas a empresarios amigos del poder político, después de haber descalificado a todos los competidores, incluso empresas de primera línea radicadas en Argentina. Brasil está recogiendo hoy los frutos de una sensata política iniciada por Fernando H. Cardozo y continuada por Lula; todo comenzó con la reforma de la Constitución que en 1995 abolió el antiguo monopolio estatal de Petrobras y puso en marcha el capitalismo competitivo.


En 1997 se aprueba la Ley del Petróleo, que le otorga a la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) el dominio sobre todos los hidrocarburos en tierra y mar; a partir de 1999 la ANP licita anualmente áreas para ser exploradas y explotadas por inversores privados, licitaciones en las cuales también participa Petrobras. Hasta 2008 se habían realizado 10 licitaciones (por 133 millones de hectáreas), con activa participación de empresas mundiales de primera línea como ENI, StateOil, Shell, BP, Exxon, Repsol, Galp, Amerada Hess y desde ya Petrobras. Las áreas se adjudican por la ANP teniendo en cuenta el programa exploratorio y los pagos comprometidos por los concesionarios privados a favor del gobierno nacional. Por eso no corresponde decir “Brasil encontró petróleo” sino “Brasil buscó petróleo”; un ejemplo a imitar sin demoras en Argentina para recuperar el autoabastecimiento energético que acabamos de perder.

Fuente: El Imparcial (España)

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