En el siglo XIX, desde Gran Bretaña tomó fuerza la teoría de la División Internacional del Trabajo, según la cual a los países le convenía especializarse en la producción de bienes de acuerdo con sus ventajas comparativas.

Este argumento fue planteado por David Ricardo (1772-1823), exponente de la Escuela Clásica de Economía, para propiciar políticas favorables al sector industrial en detrimento del agro que, de acuerdo con su análisis, estaba sujeto a una modalidad de distribución del excedente económico que beneficiaba a la nobleza. Entre 1846 y 1849, Inglaterra eliminó las barreras del comercio exterior establecidas en las Leyes de Granos (Corn Laws) y sacrificó su agricultura en nombre del librecambio.

Por haber sido cuna de la Revolución Industrial, estaba en condiciones de liderar un esquema de distribución de tareas en el que se reservaba el abastecimiento de manufacturas, mientras que otras naciones "jóvenes" –Argentina entre ellas– asumían el rol de proveedores de materias primas y alimentos, relegando los intentos de industrialización.

Hubo países que eligieron otro camino: en Alemania prevalecieron las ideas de Frederich List (1789-1846) tendientes a proteger el incipiente avance de la industria y Estados Unidos, Guerra de Secesión mediante, se definió a favor de poner en práctica políticas proteccionistas, en función de impulsar un espectro más amplio de actividades productivas.

Si bien las comparaciones automáticas suelen no ser aplicables, es válido observar que estas dos experiencias derivaron en verdaderas potencias industriales. Puede mencionarse también ejemplos como el de Canadá, Australia o Nueva Zelanda que a partir del perfil agroexportador inicial lograron desplegar ventajas comparativas dinámicas, al estimular otros rubros de su economía.

EL CASO NEUQUINO

A pesar de tratarse de una provincia, es posible rescatar algunas enseñanzas para el caso del Neuquén. Si bien la explotación de petróleo se remonta a 1918 en la que luego sería la localidad de Plaza Huincul, la especialización en torno a los hidrocarburos se fue delineando a partir de la puesta en producción de Puesto Hernández a finales de los años 60 y con el hallazgo de yacimientos de gran envergadura en la siguiente década, entre los que se destaca el gigante gasífero Loma La Lata.

A partir de entonces, la provincia fue beneficiaria de la cuota de renta representada por las regalías, que a pesar de ubicarse alrededor de un discreto porcentaje (12%) significó la posibilidad de contar con abultados presupuestos, tanto en los períodos de altos precios internacionales del "oro negro" como en ocasión de recibir fondos extraordinarios por prórrogas de concesiones o transferencias oportunamente mal liquidadas.

Las medidas instrumentadas en el sector energético desde 1989 impactaron de manera significativa y confluyeron en un delicado escenario: sobreexplotación del recurso y aumento de las exportaciones de hidrocarburos, así como la merma de inversiones en exploración y la consecuente pérdida de reservas, todo complementado por récord de utilidades de las concesionarias y la venta de la empresa de bandera.

La tendencia negativa que comenzó a verificarse en 1998 aún se mantiene, aunque en la Cuenca Neuquina la actividad se ha intensificado a partir de la explotación no convencional en Vaca Muerta, particularmente por el accionar de la recuperada YPF.
Una vez más Neuquén tiene la oportunidad de percibir ingresos provenientes del usufructo de su ventaja comparativa, compuesta por las riquezas no renovables. Es momento para instalar la diversificación –y no a la especialización– en el corazón de un proceso de desarrollo.

* Por adriana giuliani, Economista de la UNC