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Tight gas: La gran apuesta de la Argentina

04/01/2016 | ARGENTINA | Notas Destacadas | 2064 lecturas | 196 Votos



El ex gobernador de Neuquén analiza cómo se puede eliminar el déficit energético y lograr soberanía en esa materia.




No podemos pensar en lograr la soberanía energética disminuyendo el déficit que actualmente tenemos sin tener en cuenta un contexto más amplio. El cambio climático ha puesto en jaque el uso de las energías contaminantes.

La energía nuclear está en declive luego del desastre de fukushima y las energías renovables aún no tienen un desarrollo tal que permitan abastecer la demanda energética de nuestro país.

Entonces, ¿cómo podemos eliminar nuestro déficit energético? Una de las soluciones es el uso del gas natural a partir del desarrollo del tight gas y del shale gas.

Este combustible ofrece muchas ventajas, incluyendo la emisión más baja de CO2 entre todos los combustibles fósiles, un bajo costo por Mw/h de energía, y puede generar enormes beneficios económicos a nuestro país, como ya ha sucedido en los EE.UU.  Lógicamente también debemos trabajar en el uso inteligente de la energía, debemos invertir en energías renovables y las empresas deben ser más eficientes en el consumo.

OPORTUNIDAD HISTÓRICA

Argentina tiene un gran desafío por delante; su matriz energética depende en 86% de los hidrocarburos y a partir del desarrollo de Loma de la Lata en la década del ´80 se inició un proceso donde el gas cobró una mayor importancia dentro de este mix, hasta llegar al día de hoy a abastecer en más de 50% de la demanda energética nacional. La creencia que existía en los ´80 y ´90 era que el “gigante gasífero” de Loma de la Lata iba a poder abastecer no solo toda la demanda que tuviéremos, sino también la de los países vecinos.

Instalamos centrales de generación de energía eléctrica abastecidas por gas, nos convertimos en uno de los principales países del mundo en cuanto a vehículos propulsados a GNC, construimos dos gasoductos a Chile para exportar nuestro gas; y así pasamos de tener más de 40 años de reservas en 1998 a menos de 10 años en 2013; y de ser exportadores de gas a importadores. Pero el gas No Convencional nos brinda una oportunidad aún mayor.

Sólo para tener una dimensión de lo que significa esta oportunidad, podemos mencionar que Loma de la Lata tenía reservas por 12 TCf, mientras que las reservas No Convencionales determinadas para el país por la Agencia Internacional de Energía son de 802 TCf, es decir un volumen 66 veces mayor, convirtiéndose en la segunda reserva de este tipo sólo por detrás de China. Los precios del gas, a diferencia de lo que ocurre con el petróleo, no representan un problema ya que el promedio que se paga por el gas en la cuenca neuquina no sobrepasa los 2,50 U$S/MBTU y el gas nuevo alcanza los 7,50 U$S/MBTU.

En tanto, el fluido que importamos en los barcos metaneros es significativamente más caro que el nuestro, por lo que lograr sustituir ese gas sería muy beneficioso para nuestro país. En el caso particular de la provincia del Neuquén, entre el año 2004 y 2013 tuvimos una caída de 41% de la producción. Pero gracias al desarrollo del gas No Convencional -tight gas y shale gas- esta situación está cambiando. Ya en 2014 Neuquén comenzó a crecer nuevamente en su producción de gas, y en el último semestre la producción anual creció 9% gracias al empuje del esquisto.

Actualmente 30% del total de la producción de gas es No Convencional y 25% de las reservas probadas son No Convencionales, convirtiendo así al tight gas no en una promesa, sino en una realidad a partir de los desarrollos que están llevando adelante YpF (Sierra Barrosa), YpF con pampa Energía (Rincón del Mangrullo), YpF con Dow (El Orejano), pAE con YpF (Lindero Atravesado), y Total (Aguada Pichana), entre otros. Ya somos -de acuerdo a un estudio del Boston Consulting Group- el tercer país con mayor cantidad de pozos realizados de producción no convencional, por detrás de EE.UU. y Canadá.

Hoy tenemos todas las condiciones para impulsar el desarrollo del gas: precios competitivos; capacidad de transporte ociosa, una geología que tiene nivel mundial; y una industria con el conocimiento para su desarrollo. Sólo basta mirar la experiencia de EE.UU. para entender la potencialidad que encierra poder desarrollar nuestro gas No Convencional.

Mientras que hace unos años tenían que importar hidrocarburos a costos que hacían inviable el desarrollo de la industria intensiva en el uso de gas como la siderurgia, la cerámica, vidrios, fertilizantes y la industria petroquímica, debiendo trasladar sus plantas al exterior por pérdida de competitividad; a partir del desarrollo de gas shale y tight, esta situación se revirtió impactando en el crecimiento de su PBI y generando una enorme cantidad de empleos directos e indirectos.

Hoy en EE.UU. las plantas que descargaban el gas licuado importado se están readecuando para comenzar a exportar sus excedentes; pero lo que es más importante, se han vuelto a abrir fábricas de acero, plantas petroquímicas, plantas de etanol, se construyen separadoras de gases ricos, generando aún más valor a su economía. Actualmente nuestro gas se está convirtiendo en una gran palanca para apoyar el desarrollo económico y social de los argentinos, pero requiere de un conjunto de condiciones que cuesta mucho alcanzar y muy poco perder.

Fuente: Shale Seguro

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