Creemos que no son los efectos contaminantes que se le atribuyen. Lo que preocupa es que si el actual gobierno se decide a hacerlo -como esperamos que lo haga- tendrá asegurada su consolidación y, por ende, las posibilidades de su repetición serán muchas. Pues, debe saberse que su aporte para revertir la grave situación de desocupación existente, no debe medirse el número de trabajadores que ocuparÃa en tareas especÃficas, sino también en las fuentes de trabajo que independientemente se crearÃan para atender las necesidades de las nuevas poblaciones que en su entorno se instalarÃan.
Quienes hemos sido testigos de lo que significó para Comodoro Rivadavia y otras zonas petrolÃferas cuando Arturo Frindizzi puso en marcha la «Batalla del Petróleo», a poco de hacerse cargo del gobierno de la República en 1958, creemos firmemente que con la explotación minera, ocurrirÃa algo similar. En esa zona, la desocupación era cuestión del pasado. Y Comodoro, como Sarmiento, Caleta Olivia, Pico Truncado, Las Heras, San Julián, entre otras pequeñas poblaciones de entonces, tuvieron un vertiginoso progreso en muy pocos meses. No le fue fácil al recordado estadista correntino tomar la decisión de recurrir a empresas extranjeras para que se sumen a YPF en la extracción del petróleo que tenÃamos bajo los pies y se gastaban millones de dólares en su importación. En poco tiempo lograba el autoabastecimiento y la rebaja del precio de la nafta.
En la discusión sobre la explotación minera están los que suponemos que se oponen por las razones apuntadas, pero también están quienes se han sumado con supina ignorancia que la tan temida contaminación puede eliminarse, o al menos atenuarse, porque el indetenible progreso de la ciencia y la tecnologÃa con la que el mundo nos asombra con frecuencia, ha hecho posible que en muchos paÃses se desarrolle normalmente.
Ante la grave situación en la que se encuentra nuestra provincia, donde la pobreza y el analfabetismo ocupan espacios tan amplios, es un imperativo de conciencia, echar mano a esos recursos, sobre los que alegremente estamos sentados, observando como familias enteras diariamente ocupan basurales para llevar a sus humildes mesas los alimentos que los hipócritas ecologistas tiran. Si esto no es herejÃa, al menos se le parece mucho.
Fuente: El Chubut
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