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Vaca Muerta enamora, pero el ajuste pone a prueba el idilio

01/08/2018 | ARGENTINA | Actualidad | 488 lecturas | 28 Votos



Es posible que Mauricio Macri visite en los próximos días Vaca Muerta para ratificar el valor político del enorme yacimiento de hidrocarburos no convencionales que promete poner a la Argentina en podio de los principales productores de gas y petróleo del mundo.




La semana pasada hizo lo propio Javier Iguacel, devenido en activo militante de ese desarrollo. La duda es cuánto cuesta transitar ese camino y a quiénes albergará el prometido paraíso.

Vaca Muerta está de moda.

No sólo porque las petroleras que invierten reivindican públicamente su apuesta sino porque al propio Gobierno le viene bien comunicar las bondades del enorme reservorio. “Nos va a poner en la mesa de los grandes países energéticos”, se entusiasmó en un tweet desde Neuquén el ministro de Energía el jueves pasado, ilustrando con puñitos de fuerza.

Más que las palabras valen los hechos. Antes de eso ya había tomado algunas decisiones incómodas. Una fue mantener un precio sostén para el gas no convencional de los proyectos ya aprobados, a pesar del costo fiscal que esto entraña y contrariando su propia consigna de limitar la intervención del Estado.

También desistió de excluir a las productoras que cobran esa subvención de las futuras licitaciones que organizará Cammesa para la compra de gas, como planeó en un momento, lo que las hubiese privado de vender a un tercio del mercado local.
A esto agregó el aliciente global de poder exportar gas sin la obligación de reimportar, chance que YPF inauguraría con dos despachos a Chile.

Ese es un punto clave, ya que un posible cuello de botella para el desarrollo pleno de aquel mega yacimiento no convencional es, justamente, tener a quién venderle el gas que en el corto plazo puede sobrar en el país.

Un milagro de abundancia que las productoras muestran posible si a los beneficios otorgados (régimen laboral más laxo, ventajas para importar bienes de capital, garantía de precio sostén, mesa de competitividad) se suma la de vender afuera el proyectado sobrante.

Palmadas sinceras y un dilema.

Para el ministro no es fácil explicar a la sociedad en pleno ajuste que la caja pública hace un esfuerzo para que las ricas petroleras inviertan. Al mismo tiempo, teme que sin zanahorias apetecibles se ponga en riesgo el prometido círculo virtuoso de autoabastecimiento por más producción, gas más barato, menos importaciones, y millonarias exportaciones.

Por ahora Energía va a mantener el precio estímulo para los proyectos en ejecución, lo que obligará al Tesoro a desembolsar varios cientos de millones de dólares por año, en los tres que dura el régimen.

Pero será más restrictivo y mirará bajo otra lupa los pendientes de aprobación, priorizando el shale sobre el tight y evaluándolos en función a la demanda futura de gas: algunos resultarán necesarios, otros no.

Su idea es diseñar un nuevo sistema de incentivos, con contratos a largo plazo que ayuden a financiar las inversiones.

Un cambio de concepto oficial para seguir amparando aquel tesoro geológico que atesora el gas suficiente para abastecer a los argentinos por centurias.

Tecpetrol es quizás una prueba de ese prodigio en estado germinal. En poco más de un año, logró inyectar desde Fortín de Piedra 12 millones de m3 día, el 10% de la producción nacional, y prevé llegar al cenit de 15 millones el año próximo. Así la energética de Techint se consagra como un actor de fuste y prueba como puede catapultarse la producción cuando se invierte. 

Eso sí, con el paraguas de un régimen que se extinguirá en tres años y que se revisa ahora: ser rápido tiene sus ventajas.

Su CEO, Carlos Ormachea, arrancó aplausos en el último almuerzo del Rotary cuando describió aquel derrotero productivo y remató con la sentencia de que “Vaca Muerta puede ser otro campo”: sus áreas más productivas pueden generar exportaciones de gas y petróleo por u$s 20 mil millones y sustituir importaciones por otros 10 mil al año.

Claro que no todos tienen las hormonas tan alborotadas por el proyecto neuquino.

Sin cuestionar de cuajo el discurso imperante, el diputado nacional Martín Lousteau, ponderó el horizonte petrolero pero advirtió “que no deberíamos atarnos a la explotación de recursos naturales” y que “sería un error pensar que Vaca Muerta es la salvación”.

El díscolo radical Jorge Lapeña, advierte cuando puede que “no se puede desarrollar Vaca Muerta a puro subsidio”, aludiendo a que el fisco hoy paga alrededor de u$s 3 sobre un valor promedio de algo más de u$s 4 el MBTU, según los términos de la resolución 46.

El titular del Mosconi también objeta que no haya claridad acerca de cuánto cuesta realmente producir los hidrocarburos, dato útil para mensurar la justicia de un esfuerzo fiscal. Pero desmenuzar costos privados desde el Estado no sólo es complejo sino que en el actual contexto político se ve como un paradigma pasado de moda. 

Fuente: El Cronista

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