Confirmaron que el área estimada para explotar en la provincia (meseta central) asciende a unos 110 mil kilómetros cuadrados, los puestos laborales a 3.600 y el sueldo promedio sería de unos 3 mil dólares mensuales. Explicaron las características de los proyectos a desarrollar y respondieron dudas sobre la situación ambiental.

Cladera, ante la consulta respecto a la preocupación de la comunidad por las aguas del río Chubut en caso de llevarse a cabo el proyecto minero, explicó que “el río Chubut lleva uranio y otra gran cantidad de elementos naturalmente. El agua es agente erosivo. Si pasa por un yacimiento mineral, los erosiona y los incorpora a su cauce. En la mina de plomo de Santa Marta, entre Cerro Cóndor y Paso del Sapo al lado del río Chubut, si se analiza el río cerca de la mina seguramente se encuentre minerales. El uranio hace que se movilice rápido, se oxida fácil por el oxígeno del agua y viaja, luego se deposita en otros lugares donde lo toma la materia orgánica y deja pasar el oxígeno, lo libera”, explicó.

El geólogo aclaró que la intención de su exposición fue “hablar de minería en general. Todo lo que se exploró en la provincia desde que se descubrió el  proyecto Suyai de Esquel. Lo que avanzamos en 10 años de exploración y conocimiento geológico. También las relaciones con distritos mineros, hay varios proyectos encadenados”.

Y comparó: “Al ritmo que se va en Santa cruz, tiene minería para 130 años más en proyectos de oro, chicos. En Chubut hay muy pocas zonas donde puede haber suelo con actividad agrícola. El resto es suelo, roca. La geología de Santa Cruz es idéntica. Se debe a que Patagonia era un continente separado. Se moviliza y termina chocando con el resto del continente. Esa geología, parecida a Mendoza, la compartimos con Río Negro y Santa Cruz”.

El empresario agregó que “esta zona fue muy caliente durante millones de años. Ese proceso fue mineralizando toda la región. Es como que un punto caliente del manto estuvo fijo durante millones de años. Eso fue mineralizando la placa de la corteza patagónica”.

Apuntó que “el área potencial minera estimada en de 75.000 kilómetros cuadrados en la meseta central. Además, lugares menores de yacimientos de uranio. Es un metal móvil, que se moviliza con el agua. Hablamos de 100 mil kilómetros cuadrados de metales de todo tipo”.

Cladera aclaró que “no es que hay un solo yacimiento. Durante millones de años se generaron diferentes cosas en distintos lugares. Son distritos mineros. Cuando decimos Navidad, hablamos de distrito minero. Hay muchas zonas para explorar”.

Se refirió concretamente a los proyectos más avanzados. “Son tres, en etapas de factibilidad, que tienen reservas estudiadas, desde el punto de vista mineral legal y ambiental: Navidad, Suyai y Cerro Solo. Estos son los perforados y están en la etapa de factibilidad.  Se encontraron minerales y están en etapa de segunda inversión para saber qué cantidad de mineral tienen”.

Agregó que trabaja además en los proyectos Fortuna, Laguna Salada, Pichinian, Bororo y Gastre. “Estos están avanzados pero no factibilizados” remarcó, al tiempo que indicó que los que están en “exploración” son Chacón, July, Mina Ángela, La Colonia y el Porvenir. “Este último proyecto tiene un pozo de 750 metros de profundidad”.

Recogió el guante ante la polémica respecto a que si la minería tiene que ser a cielo abierto o cerrado, respecto a lo que aclaró que quien decide cómo se explota es “la misma naturaleza”. “Lo determinante es la forma que se presentan las rocas, las mismas geologías. Si la roca está fracturada, los minerales ascienden y forman diques. Si esos líquidos suben en roca permeable, la disuelve y se desparrama en forma de manto. Ahí no lo puedo hacer subterránea. No lo puedo hacer por debajo. No me queda otra que cielo abierto. Navidad presenta esta característica. Subió y se permeabilizó y se desparramó en forma de manto.

“El yacimiento determina la forma”, reiteró.