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Por qué la industria del litio puede ser una oportunidad para Argentina

03/08/2023 | MINERIA | Minería | 977 lecturas | 30 Votos



La transición energética se encuentra en el centro de las acciones de los países más desarrollados. Una transición que se realiza incrementando la contribución de las energías limpias, mayormente solar y eólica, a la matriz energética y con el avance sostenido de la electromovilidad.




Ambos segmentos precisan la capacidad de almacenar la energía eléctrica y brindarla en el momento adecuado.
Al respecto, la batería de ion litio se constituye como una tecnología clave.

El litio se halla en rocas, en arcillas o en salares, pero estos últimos tienen amplías ventajas ambientales y económicas para su explotación sobre las primeras. Los salares, ubicados mayormente en el llamado “triángulo del litio” (conformado por Argentina, Chile y Bolivia), contienen el 56% de los recursos mundiales, de los cuales Argentina posee el 40%. Se estima que nuestro país cuenta con el 22% de los recursos del planeta.

La división del trabajo en la cadena de valor del litio está bien diferenciada: los países especializados en extraer y producir compuestos de litio (entre los que se encuentran Argentina y Chile) y los que se volcaron a su industrialización, así como también a la producción de materiales activos, celdas y baterías de iones de litio (como China y en menor medida Japón y Corea del Sur). Un tercer grupo (integrado por la Unión Europea y Estados Unidos) trata de posicionarse en este último segmento.

 La competencia por industrializar el litio explica la avidez de estos países para asegurarse porciones crecientes del recurso que posee nuestra Puna.

Argentina, cuarto productor mundial en toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE), exportó el año pasado 37.000 toneladas a China (43%), Japón (29%), Corea del Sur (14%) y Estados Unidos (10%). La expansión de la actividad extractiva (tres emprendimientos en producción, quince proyectos en expansión/construcción y otros veinte en exploración avanzada) permitirá incrementar la producción a 60.000 toneladas de LCE durante este año, a 80.000 toneladas en 2024 ya 200.000 toneladas en 2025, para luego alcanzar 400.000 toneladas en 2030.

En este marco, ¿aceptaremos repetir el rol de proveedor de insumos que históricamente cumple América latina o bien buscaremos desarrollar las capacidades para participar en la cadena de valor del litio? Algunos sectores plantean objeciones a la industrialización del litio, presentando falsas disyuntivas como “priorizar las inversiones mineras privadas para aprovechar el boom exportador versus promover el desarrollo de la cadena de valor por parte de Estado”. Un absurdo. Bien se puede exportar carbonato de litio e industrializar una parte del mismo desarrollando las capacidades industriales locales.(...)

Fuente: BAE

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