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El maná para el Gobierno congoleño será una “catástrofe” para el planeta, alertan los ecologistas

23/09/2022 | CAMBIO CLIMÁTICO | Medio Ambiente | 2857 lecturas | 581 Votos



Alentado por la crisis energética global, la República Democrática del Congo quiere explotar sus reservas de petróleo. Los ambientalistas alertan del impacto en ecosistemas clave para la lucha contra el cambio climático




Fue un giro abrupto, un seco golpe de timón tras los estragos energéticos provocados por la guerra de Ucrania. Históricamente modesta en la extracción de hidrocarburos, la República Democrática del Congo (RDC) sacó el pasado julio a subasta los derechos para explorar (y, si se considera viable, explotar) 27 inmensos bloques de petróleo y otros tres de gas natural. 

El Gobierno del país centroafricano calcula que, de confirmarse sus estimaciones, la producción escalaría de los 25.000 barriles diarios actuales hasta casi un millón. Tremendo salto para catapultarse a la aristocracia petrolífera del continente.

En el peor escenario, la nueva apuesta por el oro negro podría desencadenar la madre de todas catástrofes medioambientales, alertan los ecologistas. Sus efectos potenciales son como un crescendo de la tragedia que va subiendo hasta alcanzar tintes apocalípticos. Polución en tierra, agua y aire. 

Frágiles ecosistemas, con cotas de biodiversidad en el top mundial, saltando en pedazos. Desarrollismo a ultranza que reventaría formas de vida humana ancestrales. La selva del Congo, uno de los pulmones del planeta, lentamente asfixiada por una maraña de oleoductos, perforaciones y carreteras. Alta probabilidad de que se liberen a la atmósfera (acelerando así el calentamiento global) las enormes cantidades de CO₂ que acumula el subsuelo congoleño.

La otra versión, la de los ministros de la RDC (en especial el de Hidrocarburos, Didier Budimbu), ofrece un dibujo antagónico. Cirugía extractiva sin apenas impacto para la naturaleza. Un Estado soberano que utiliza sus recursos por el bien de su pueblo, en especial de los más vulnerables, ese 73% de congoleños que malvive con menos de dos euros al día. 

El petróleo como trampolín olímpico hacia el desarrollo, como maná que ataja el hambre, construye escuelas y hospitales, provee de electricidad a un país que sigue viviendo a oscuras. En definitiva, una fuente de ingresos irrenunciable que servirá también para combatir, precisamente, la gran amenaza –según el Gobierno– a la riqueza natural de la nación: la tala ilegal de bosques tropicales, una plaga incluso en zonas protegidas como el Parque Nacional de Virunga, donde habita una de las dos últimas reservas de gorilas de montaña que quedan en el mundo.

“No podemos morir de hambre, pero el camino no es perturbar la naturaleza hasta que deje de prestarnos sus servicios: fertilidad de los suelos, regulación de la temperatura, de las lluvias...”, asegura Bonaventure Bondo, coordinador nacional del Movimiento de Jóvenes por la Protección del Medioambiente en la RDC. Desde Greenpeace África, su jefa de comunicación, Mbong Akiy Fokwa Tsafack, teme ante todo por las comunidades que viven en los bloques sacados a subasta: “No son zonas deshabitadas, allí hay gente que pesca en sus ríos y lagos, que bebe su agua, que tiene sus pequeños huertos”.   [...]

Fuente: El País

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