
Homero Simpson no está sentado frente a la máquina de comandos. Un alerta nuclear puede alarmar a todo el mundo menos a los operadores de control de la central, que deben actuar con tranquilidad. Frente a un caso de máximo peligro, las 5 personas que están en la sala de control de Atucha I y II deben recurrir primero, antes de actuar, a los manuales de seguridad que tienen en la oficina, que cuentan con 20.000 procedimientos distintos.
Se visitó las instalaciones del complejo y entró al simulador de la sala de control de Nucleoeléctrica Argentina S. A. (NASA), donde se capacitan los operadores que se dividen en 3 turnos.
“Un operador nuclear debe ser como el arquero de un equipo grande de fútbol: tiene que estar preparado para que le lleguen 2 o 3 veces en todo el partido y que no sea gol. Acá deben saber cómo manejarse en situaciones que seguramente no vivirán nunca”, cuentan los técnicos en la previa al ingreso.
Una persona que viene de realizarse un diagnóstico médico con inyección de yodo radiactivo para el contraste en imágenes no puede ingresar a la central hasta que su cuerpo elimine la radiación.
El personal de seguridad, dispuesto como en el control de cualquier aeropuerto (con máquinas que escanean ropa y mochilas), se ayuda de equipamiento de última tecnología para detectar in situ si hay radiactividad en los cuerpos. Nadie entra y nade sale de Atucha con radiación incorporada.
El protocolo de emergencia se activó apenas una vez en 48 años, relata el Ingeniero Alejandro Sandá, gerente de Sitio de las unidades I y II del complejo nuclear Atucha, ubicado en la ciudad bonaerense de Lima, a 110 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.
Esa ocasión fue el domingo 16 de junio de 2019 a las 7 de la mañana, cuando un apagón masivo (blackout) obligó al sistema eléctrico a detener su generación. Un apagado ordenado de la central es vital para evitar riesgos a la seguridad. Produce la liberación dentro del reactor de xenón, un gas noble (producto de fisión) que reduce los neutrones de baja energía. Evacuarlo lleva 48 horas y deja parados los reactores.
A orillas del Río Paraná, que provee el agua que refrigera el condensador (equipo que rechaza el calor del siste ma), los d ¡rectores de Nasa explican el plan de la Argentina para construir una nueva central nuclear en este mismo complejo: Atucha III, que se inauguraría en 2031. (...)
Fuente: El Cronista
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