En abril de 2020, en plena etapa inicial de la pandemia de coronavirus y con gran parte de la población y el aparato productivo mundiales sometidos a cuarentenas de variada intensidad, el precio del petróleo cayó a subcero, un valor negativo, concepto que en economía se aplica a muy pocos ítems: basura, desechos tóxicos, residuos nucleares. El colapso productivo había hecho que centenares de buques petroleros vagaran por alta mar sin tener donde vaciar sus tanques.
Los centros de almacenamiento estaban saturados y por un breve lapso fue más conveniente entregar la mercadería y pagar para que el comprador se la lleve, liberándose de complicaciones, costos de transporte y almacenamiento. De pesadilla Ese año fue una pesadilla para las petroleras.
A fines de agosto, ExxonMobil, la más grande de EEUU, fue deslistada del Dow-Jones, el índice histórico más emblemático de Wall Street, para ser reemplazada por Sales Force, una firma de software en la nube fundada por un ex ejecutivo de Oracle. Dos meses después fue superada en valor de mercado por NextEra, una firma de energías renovables, y por Zoom, una firma fundada por un inmigrante chino que era desconocida al despuntar el año pero cuyo valor bursátil en diez meses de escalar superó (USD 140.000 millones vs USD 139.000 millones) al de la más grande y tradicional petrolera norteamericana, la mayor del imperio que había construido, hasta su desmembramiento, John Rockefeller.
Los brutales giros de los últimos dos años, desde el aumento de la energía y los alimentos a partir de 2021, y el impulso adicional que significó desde fines de febrero la invasión rusa de Ucrania, la guerra y las sanciones a Moscú, principal proveedor energético de Europa, llevaron las acciones de las petroleras a niveles de prepandemia. La capitalización de ExxonMobil es hoy de USD 423.250 millones, poco más de 13 veces la de Zoom, que se redujo a USD 32.500 millones: sigue proveyendo una muy útil plataforma de comunicación virtual, pero ya no tiene detrás el dinero abundante con que los bancos centrales y los Tesoros de las principales potencias salieron al cruce de la pandemia. El aumento de las tasas de interés, en reacción a la inflación, retiró el crédito fácil con el que se financiaban apuestas a menudo alocadas. (...)
Fuente: Infobae
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