Si prestamos atención al relato de dirigentes polÃticos y economistas para explicar una argentina hundida, y escuchamos sus propuestas para rescatarla, podemos darnos cuenta del porqué hasta aquà nos desplomamos.
Ningún paÃs que alcanzó los grados de desarrollo que ponemos como ejemplos de fortaleza económica y social renunciaron a valerse de sus riquezas dadas. La Argentina parcial ignoró una mitad de su territorio y se asumió y organizó institucional y productivamente agrÃcola y ganadera. Hoy tenemos un 50% de compatriotas viviendo en la pobreza y al paÃs rezando por lluvias y mejores precios de la soja como una especie de maná que nos salve.
Autorreferenciales, explicamos obviedades sobre una revolución verde que nadie niega: ya no se surcan los suelos tras una cosecha ni se dejan descansar potreros; la genética revolucionó las semillas; la quÃmica logró el control de plagas y la automatización avanza en siembras y cosechas. También la producción de carne y leche siguió caminos similares, duplicando en el último caso los litros diarios por ordeñe.
La investigación, tecnologÃa y nuevos desarrollos impulsaron una revolución que contradijo la predicción malthusiana de que la producción de alimentos no podrÃa sostener el aumento de la población. Quedan abiertas importantes preguntas y nuevos desafÃos, pero aquella certeza se derrumbó.
Mono-sector
El crédito de la Nación, las leyes del Congreso, las decisiones ejecutivas sobre construcción de infraestructuras (caminos, ferrocarril, puertos, energÃa eléctrica), fueron decididas por una mayorÃa de dirigentes polÃticos que no tuvieron otra visión. Expertos en el mono-sector, cuando se los interpela por otras esferas, responden desentendidos con la verdad. Esa mirada parcial es origen de la incapacidad para remontar una decadencia de 90 años sin red.
Fuente: Infobae
844 lecturas | Ver más notas de la sección MinerÃa